Como suele pasar, tarde o temprano, la inestabilidad política de los países afecta su moneda. En este caso, al tratarse de los Estados Unidos y del dólar, el impacto no solo es local, sino también global. La moneda estadounidense llegó a su nivel más bajo desde el pasado noviembre cuando Donald Trump se consagró como presidente de los Estados Unidos.
El actual sucesor de Barack Obama parece estar perdiendo el rumbo; no está claro el camino que seguirá la economía norteamericana y los escándalos en torno a su gestión parecen no tener límite. Como consecuencia de la desconfianza que generaron los sucesos de público conocimiento de los últimos días, el dólar se desplomó, y la caída fue estrepitosa; esta semana, la moneda se depreció, en simultáneo, frente al euro, al franco suizo, la libra esterlina, el dólar canadiense y al yen.
La turbulencia política que azota a la potencia norteamericana parece no tener fin; durante los últimos días, Donald Trump echó al jefe del FBI y lo amenazó públicamente con castigarlo si este hacía pública las conversaciones entre ambos. Horas después se conocieron detalles de una reunión en la que el presidente le habría pedido a Comey que no investigara las conexiones entre su equipo de campaña y Rusia. Al mismo tiempo, se filtró la versión de que el presidente habría compartido información clasificada de inteligencia con funcionarios rusos. El gobierno lo negó al principio, horas después lo aceptó. En Washington, la incertidumbre, el desconcierto y la tensión van en aumento.
Estos escándalos, no sólo representan situaciones sin precedentes en la historia de la política estadounidense, también comprometen muchas de las promesas del presidente, tales como la reforma tributaria, debido a que Trump está perdiendo credibilidad y apoyo, incluso dentro de su propio partido.
Este clima de incertidumbre, en donde hasta comienza a especularse con la posibilidad de una potencial destitución del presidente, a tan sólo 120 días de haber asumido el cargo, espanta a los operadores de divisas.
El precio del dólar volvió a bajar a los mismos niveles a los que había caído cuando Trump fue elegido presidente. Es decir que, en términos del valor de la moneda, toda la confianza que se había ido construyendo durante los últimos 4 meses, parece haberse desmoronado en apenas unas pocas semanas. Los inversores no escuchan anuncios en materia de infraestructura, la prometida reforma tributaria parece estar congelada y no logran comprender hacia dónde va la economía estadounidense. Tanto los inversores, como las empresas y los gobiernos del mundo, esperan el desenlace de esta crisis, no sin tomar los recaudos necesarios.