Los movimientos separatistas son tan antiguos como las historia de las naciones. Así es que estos movimientos están, generalmente, apoyados sobre ideas nacionalistas y diferencias culturales. Los mismos, suelen tomar especial impulso cuando la situación económica del país en cuestión no es favorable. Existen antecedentes de movimientos separatistas en todo el mundo, algunos con más éxito que otros, pero se trata de una tendencia que parece estar en creciemiento.
Los casos paradigmáticos del separatismo moderno los representan Checoslovaquia (que supo abarcar lo que hoy es Eslovaquia, Respública Checa, Moravia y Bohemia), Escocia, el siempre latente caso del País Vasco, y la acutal convulsionada Cataluña.
El caso Cataluña
La situación económica y social de España, como consecuencia de la crisis de mediados de los 2000 (la tasa de desempleo está hoy en un 18%), no ha hecho más que incrementar la tensión entre españoles y catalanes. Los grupos separatistas se han multiplicado, las divisiones se han profundizado y los resultados están a la vista.
Durante el último fin de semana, España, y más específicamente Cataluña, han sido noticia en el mundo entero. ¿Qué sucedió? Hace ya algunos meses, los catalanes habían estipulado que el primer día de octubre de este año se realizaría un nuevo referéndum para determinar la permanencia, o no, de Cataluña como parte de España.
Durante las últimas semanas, a medida que la fecha de la consulta se aproximaba y la tensión política aumentaba, el gobierno de Mariano Rajoy decidió tomar medida extremas: La justicia española dio por suspendida la consulta y, como si esto no hubiese sido lo suficientemente conflictivo, sus promotores fueron arrestados.
Diez días antes de la consulta, un juez de instrucción de Barcelona puso en marcha una operación en la que resultaron arrestados los responsables del llamado a la consulta para la independencia de Cataluña. Los agentes policiales realizaron más de 40 allanamientos y detuvieron a un total de 14 personas. Lo sucedido generó protestas masivas en las calles de Barcelona y en toda Cataluña.
Los días continuaron pasando y la tensión no cedió. Los catalanes parecían dispuestos a llevar adelante la consulta de la manera que fuese. Y así sucedió. El domingo pasado, 1ero de octubre de 2017, la Generalidad de Cataluña logró abrir durante la jornada, la mayor parte de los casi 2.500 colegios electorales. Los catalanes se volcaron a votar en masa. La guardia Nacional intervino y el caos se apoderó de la jornada.
Voluntarios habían logrado llevar adelante la logística de la consulta, a pesar de que esta ya no ofrecía garantía legal alguna. Activistas se desplegaron a lo ancho y a lo largo de Barcelona y alrededores, la situación se tornó fuera de control en varias zonas de Cataluña. La policía procedió al desalojo de varios de los lugares que servirían de centros de votación mientras cadenas humanas protegían los establecimientos. Manifestantes de enfrentaron a los agentes de seguridad. Las cifras oficiales hablan de 1000 personas que tuvieron que se atendidas por los servicios médicos. Mariano Rajoy afirmó: “Hemos hecho lo que teníamos que hacer, actuando con la ley y solo con la ley”.
Datos
La economía de Cataluña se apoya principalmente en el sector industrial y los servicios. La actividad económica de la región constituye un 20% de la economía de España. El PBI de la provincia está muy por encima de la media de la Unión Europea. Con este panorama y una larga historia de divisiones, disputas territoriales, y conflictos en lo que a la autonomía y la identidad se refieren, España y Cataluña han tenido, desde siempre, una relación algo tensa. Esta tensión alcanzó el pasado fin de semana su punto máximo.
El tiempo dirá en qué acaba la situación que por estas horas conmociona a España, Europa y el mundo. Mientras tanto cabría preguntarse, ¿cuáles serían las consecuencias de un potencial éxito de la experiencia separatista catalana para el resto de Europa? En caso de que la independencia de Cataluña se concretara, el tablero de la geopolítica europea y del mundo, se vería profundamente conmocionado. Sucede que son varias las zonas de Europa que se encuentran bajo la amenaza separatista. Aquí un repaso de los dos casos más delicados:
Escocia
Hasta 1707 un Estados soberano, Escocia se encuentra desde ese entonces bajo la región administrativa conocida como Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Si bien el país posee un gobierno propio y autónomo, con sede en Edimburgo, gran parte de los escoceses quisieran dejar de pertenecer al Reino Unido. Hay dos factores que alimentan el sentimiento independentista de los habitantes de Escocia. Por un lado, las diferencias culturales e históricas, por el otro, las reservas petrolíferas que se encuentran en territorio escocés y de las que se beneficia hoy el Reino Unido en su conjunto. El debate en torno a la independencia o no de Escocia es, ya hace décadas, uno de los más tensos de toda Europa.
A fines del 2014, los escoceses se sometieron a un referéndum para determinar la permanencia o no de su país dentro del Reino Unido. Un 45% votó a favor de la salida, mientras que el restante 55% se inclinó por la permanencia. Desde entonces, el Partido Nacionalista Escocés no ha hecho más que crecer. La historia parece tener, tarde o temprano, un solo final posible.
País Vasco
Probablemente el movimiento separatista que más violencia ha ocasionado durante el último siglo en Europa, el independentismo vasco continúa representando una amenaza separatista para España. El movimiento separatista vasco, que derivó en la lucha armada encabezada por la ETA, abandonó la violencia en el año 2011. Durante las décadas en las que la ETA estuvo activa, se contabilizaron casi 1000 víctimas fatales y cientos de heridos.
Los vascos que promueven la independencia aspiran a la creación de un Estado soberano en los territorios hoy conocidos como País Vasco y País Vasco Francés. Según los datos recogidos por Euskobarómetro, casi un 55% de los vascos desean independizarse de España.
La independencia de Cataluña no solo significa una dramática pérdida, tanto en lo económico como en lo político, para España. También significa luz verde para los movimientos separatistas latentes.